Riversar, a orillas del Río Sagrado, es famosa no sólo por su belleza, sino también por su inexpugnabilidad. Los elfos oscuros han intentado en numerosas ocasiones apoderarse de la patria de sus hermanos de la luz, pero sin éxito.

De niña, al ver asediadas sus murallas natales, Aurora soñaba con ayudar a los suyos; con el tiempo, este deseo se convirtió en la firme decisión de entrenarse como guerrera. Sin embargo, sus padres, ricos e influyentes, no podían entender sus ambiciones militares. ¿Por qué iba a querer luchar una hermosa elfa de familia próspera cuando podía estudiar arquitectura y música? Pero la llama del deseo de Aurora ardía con demasiada fuerza: huyó de casa en busca de su propio destino. La muchacha se encontró ayudando a los asentamientos de los alrededores, y pronto se unió al ejército de Harun como simple soldado de infantería.

Un entrenamiento agotador, batallas constantes, cicatrices recientes, noches en vela de guardia y las burlas de sus camaradas masculinos: Aurora lo soportó todo por el bien de su misión. Sólo de vez en cuando, cuando el corazón de la chica se volvía insoportablemente pesado, rezaba en silencio a su patrona, la diosa Temari.

Una mañana recibió noticias inquietantes de Riversar: unos elfos traidores que se habían unido al lado oscuro habían abierto las puertas a los Emisarios del Caos. Aurora partió hacia su casa sin demora. La lucha contra los siervos del Caos fue agotadora, pero salió victoriosa una y otra vez. Sus enemigos estaban aterrorizados por el increíble celo de esta guerrera única. ¿Y si hubiera más como ella? ¿De qué serían capaces? Pero todo tiene un límite, y cuando las fuerzas de Aurora empezaron a flaquear, fue herida por una espada envenenada y cayó inconsciente.

Cuando volvió en sí, se encontró cautiva en la guarida del enemigo. Criaturas monstruosas y torturadores despiadados la sometieron a una agonía día y noche, tratando de obligarla a reconocer a su nuevo amo. Pero Aurora se negó a ceder, manteniendo un firme silencio. Se tomó la decisión de condenarla a una muerte atroz a la vista de todos los comandantes del Caos. Una gran multitud se reunió para disfrutar de la humillación de la elfa de la luz. De repente, cuando Aurora estaba a punto de dar su último suspiro tras varias horas de tortura infernal, se produjo un verdadero milagro.

La zona se inundó de una luz increíblemente brillante que cegó a los siervos del Caos. Cuando la luz se desvaneció, Aurora estaba tendida en el suelo. Todas sus heridas y cicatrices se habían curado, y sus manos y su rostro brillaban con un resplandor iridiscente. “¡Estoy viva! ¿Podría ser un regalo de la Diosa?”, pensó la muchacha, volviendo en sí. Su sufrimiento no había sido en vano: gracias al don de Temari, Aurora se convirtió en paladín. Al oír el grito de guerra de la elfa, sus enemigos huyeron en todas direcciones, hiriéndose y matándose unos a otros presas del pánico. Así, Aurora salvó a Riversar y cumplió su sueño de la infancia al convertirse en una intrépida defensora de su pueblo.