El Juez se ahogaba en las profundidades insondables de la mirada de Nebulosa. Hacía casi un millón de años que no veía a su compañera, pero ella no había cambiado nada. El Juez podría haber contemplado a su amada durante una eternidad, pero...
“...Perecerá, se hundirá en el olvido. Está escrito en el libro del destino, y así será...”
Le tocó suavemente el hombro e inspiró profundamente, sintiéndose un poco mareado. Nebulosa se inclinó hacia delante y lo abrazó.
“...Ella morirá por tu mano, Juez. Tú eres el caos, ¿y ella? Ella es el orden. No hay escapatoria: un día, tendrás que hacer aquello para lo que estás destinado. Tal es tu camino. Sería mejor romper este círculo vicioso ahora, mientras esté en tu mano”.
La armadura del Juez se empañó por el cálido aliento de la chica. Sintió como si su corazón se hubiera detenido, como si temiera ahuyentar este precioso momento con el más mínimo movimiento.
“...Sí, soy un dios, pero no soy ni bueno ni malo. Yo no determino los destinos, sólo los guío. Debes aceptarlo”.
Su respiración se entrecortó y los labios de los amantes se encontraron. Y, sin embargo, incluso en sus momentos de más profunda intimidad, los amargos recuerdos del Juez seguían atormentándole.
“No me estás escuchando, Juez. Bueno, debo hacer lo que me pides y cumplir tu Última Palabra. Sólo tienes tres intentos, recuerda. Ay, esto no hará más que prolongar tu tormento...”.
El Juez lanzó una última mirada a la dormida Nebulosa, acariciándole suavemente el hombro. Entonces, echando la mano hacia atrás como si le quemaran, se decidió y abandonó apresuradamente su acogedor nido. Sin embargo, no podía escapar de sus propios pensamientos.
“¡Maldito sea el destino cruel, y todo lo que está destinado a pasar! Malditos sean los dioses y sus astutos discursos”, pensó el Juez al salir. “¿De qué sirven sus revelaciones? ¡Sólo complican las cosas!”
En un par de minutos, había abandonado la órbita del planeta. En su corazón ardía un anhelo desesperado por olvidarlo todo, ignorar todas las advertencias y regresar con Nebulosa. Y todo porque, en realidad, ella ya había muerto varias veces...
Pocos saben que los propios Guardianes son meros peones en el gran juego del destino. El Juez podía ser un guardián divino, pero su papel en el gran espectáculo distaba mucho de ser agradable: su destino era ser el asesino de su propia amada. Por su parte, Nebulosa ignoraba felizmente lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, debería haberse dado cuenta... La última vez, un Ciclón de iones lanzado por el Juez descuidadamente en el fragor de una batalla erró su objetivo y la abatió. La vez anterior, murió por un disparo que rebotó en la armadura del Juez, y en otra ocasión, cayó por un acantilado en Ganoda mientras intentaba salvar a su compañero. De un modo u otro, el Juez estaba relacionado con las tres muertes. En cada ocasión, utilizó la Última Palabra —el derecho concedido a todo Guardián de pedir un deseo al dios que protege— para devolver la vida a Nebulosa. Sin embargo, a cada Guardián sólo se le concedían tres deseos y, por desgracia, el Juez ya los había agotado todos.
Así que ahora huyó literalmente de Nebulosa, para no dejar al destino otra oportunidad de asestar el golpe final. Más rápido que la luz, corrió hacia la Cuna de los comienzos, con la esperanza de regatear, de suplicarle un último deseo... ¡Pero cuando llegó, descubrió con gran asombro que el dios había desaparecido! La boca del Juez se torció en una mueca amarga, al darse cuenta de lo que debía hacer: debía hacer una señal a Nebulosa para que viniera y ambos pudieran ir en busca de su pupilo perdido.
“Destino, ¿te estás riendo de mí? ¿Me haces sufrir para tu propio disfrute?”, reprendió a su constante e invisible némesis. “¡Pues no te lo permitiré! Esta vez no, ¿me oyes?”. Con estas palabras, el Juez envió la señal y voló hacia su amada.
Y de nuevo, la lucha constante, la búsqueda interminable... Durante días, semanas, meses interminables, los dos siguieron en acalorada persecución al dios perdido, pero no encontraron a nadie más que a sí mismos, perdiendo el control en esos raros momentos de intimidad arrebatados en medio de su persecución sin aliento.
Finalmente, llegó la hora fatal. Un rayo láser desviado disparado por el Juez fue refractado mil veces por los cristales del planeta Palan, y uno de los fragmentos del láser atravesó la armadura de Nebulosa como si fuera de papel. La sangre, azul y espesa, brotó de la herida del Guardián sobre la arena gris. Sus ojos se entornaron y su respiración se volvió superficial y ronca. “¡Nebulosa!” El Juez agarró el cuerpo inerte de la muchacha y la estrechó contra sí. “Así que ha sucedido... No he podido frustrar mi destino... ¡Mi único deseo en este mundo era no ser tu asesino! Pero, ay de mí, todos mis deseos ahora son como velas de papel, sin sentido e inútiles...”
Bajando la cabeza, se dejó llevar por recuerdos agridulces. Una serie de recuerdos pasaron por su mente: los dos corriendo entre nubes de asteroides... La vez en que el Juez tropezó accidentalmente con los antiguos restos de Krookkul, convirtiendo el raro descubrimiento en polvo... Bailando en el resplandor de las muchas lunas de Arathan, escapando a tiempo de las mazmorras de Goll... Incontables experiencias, ¡un millón de años de aventuras! ¿Podrían realmente haber llegado a su fin?
“Nadie puede escapar del destino, Juez. Ni lo intentes...”
De repente, la mujer se agitó en sus brazos. Abrió los ojos y le dirigió una sonrisa socarrona. “Yo también tengo mis Últimas Palabras, ¿sabes?”. Nebulosa acarició su armadura, que no mostraba signos de daños o sangre. “¡Deseé que tu deseo más profundo se hiciera realidad! ¡Y parece que esta vez has sido realmente sincero!”. La risa alegre de Nebulosa sacó al Juez de su asombro. Él también rio y abrazó a su amada con más fuerza que nunca.
Una hora más tarde, mientras abandonaban la galaxia de la mano, las mismas palabras se repetían una y otra vez en la mente embriagada de amor del Juez: “Bueno, destino, ¿jugamos otra ronda?”
Héroe
Juez
Mago/ Control/ Apoyo
Lucha en la zona intermedia
Inteligencia
Si estás leyendo esto, Juez ya ha ganado. Los asuntos terrenales no le conciernen. Es el mejor de su pueblo, el más valiente de los antiguos, guardián del universo.
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Estadísticas máximas
Poder189 853
Salud503 170
Penetración mágica39 609
Fuerza3 055
Armadura19 353
Daño físico23 899
Agilidad2 790
Daño mágico142 378
Resistencia mágica37 458
Inteligencia18 269
Asistencia
Juez
Habilidades
Ciclón de iones
Desata una tormenta eléctrica que golpea a cada enemigo 4 veces, infligiendo daño mágico.
Daño: 36647 (Depende del daño mágico)
Habilidad de ascensión: Ciclón de iones resonantes
Al terminar, el Ciclón de iones crea una descarga eléctrica que rebota entre los enemigos 2 veces, infligiendo 20009 (Depende del daño mágico) de daño y aturdiendo a cada enemigo durante 1 segundo.
Campo de fuerza
Lanza un escudo al héroe aliado más cercano al enemigo que absorbe todo el daño que recibe.
Escudo: 200860 (Depende del daño mágico)
Habilidad de ascensión: Campo de fuerza sobrecargado
Al ser destruido, el Campo de fuerza produce una descarga eléctrica que aturde a los enemigos cercanos durante 0.5 segundos.
Holograma
Juez elimina todos sus efectos negativos y activa el Holograma. Cuando Judge sufre daños o un efecto negativo, el Holograma le otorga invulnerabilidad durante 1 segundo y convierte el daño sufrido en salud.
Juez puede recuperar 75089 (Depende del daño mágico) de salud por uso de la habilidad. La probabilidad de bloquear un ataque se reduce si el nivel del objetivo es superior a 130.
Generador de interferencia
Cada descarga del Ciclón de iones ralentiza a los enemigos durante 1 segundo.
La probabilidad de ralentizar es menor si el nivel del objetivo es superior a 130
Juez
Artefactos
Mapa de estrellas infinitas
Probabilidad de activación: 100% Daño mágico: +50190
Manuscrito del vacío
Penetración mágica: +16731 Daño mágico: +8364
Anillo de inteligencia
Inteligencia: +6249
Necesito un héroe
¡Conviértete en una leyenda!