Una repentina llamada pilla por sorpresa al distinguido académico, renombrado científico y brillante artista Cornelius Witt. El venerable anciano se da la vuelta y ve un bisbita primaveral, un ave poco común por estos lares, que bate las alas contra el cristal de la ventana. La visión lo transporta a un momento memorable de hace tres años, cuando un ave igual tamborileaba con sus alas contra las ventanas de la biblioteca de Strongford. En aquella ocasión, unos segundos después, las vidrieras estallaron en mil fragmentos resplandecientes, y todo un ejército de hechiceros Oscuros se materializó en la espaciosa sala de lectura, liderados por Kragg...

Witt recuerda que le vino al instante y sin dudarlo la decisión de quemar la obra de su vida. Consiguió lanzar el hechizo Ceniza de Darganai justo a tiempo para destruir su obra magna, un tomo titulado “Métodos para contrarrestar la Oscuridad”. Kragg rugió de rabia y frustración, lanzando una ráfaga de magia violenta que envolvió a Cornelius en un dolor atroz. Mientras los esbirros de la Oscuridad lo ataban con hechizos y comenzaban a escoltarlo de vuelta a sus tierras, el científico intentaba distraerse de las intensas sensaciones físicas que sacudían su cuerpo y contemplar el desarrollo de la situación.

“Los Emisarios de la Oscuridad han venido a por mi libro. Eso significa que debo de haber estado a punto de descubrir sus secretos, y por eso me he convertido en una grave amenaza”. Así razonaba a través del velo cegador del dolor. “Lo que quieren saber ahora es si existen copias de mi obra y dónde están. Mientras no sepan que la única copia que queda es la almacenada en mi memoria, aún tengo posibilidades de sobrevivir”.

Tras varios días de viaje, el grupo llegó a Graven, la capital de los elfos oscuros que habían traicionado a Dominion. Varios altos funcionarios de la Oscuridad se encontraban de visita en ese momento y se mostraron muy satisfechos con semejante captura. Comenzó la tortura.

Con un deleite sin límites, los elfos oscuros empezaron a someter al erudito a sus peores maldiciones y conjuros: el erudito que había criado a Galahad, Aurora y Ginger, sus despreciadas némesis. Estos magos de la Oscuridad sabían infligir sufrimiento sin derramar una gota de sangre, alargando así el dolor todo lo posible. Cornelius sintió como si le estuvieran estrujando la mente en una mordaza de hierro, y estaba a punto de agotarse por completo. Aterradoras alucinaciones conjuradas por los mejores hechiceros oscuros invadieron su mente con imágenes de la muerte de sus seres queridos, la caída de Dominion y el triunfo completo de las fuerzas de la Oscuridad. Mientras tanto, rachas de afecto nublaban su mente con sentimientos de absoluta desesperanza y desesperación. Pasaron dos años desde su captura, pero a Cornelius le pareció que la tortura había durado ya varios cientos de años, y no mostraba signos de detenerse.

Pero incluso cuando su mente se rebelaba contra él y su cuerpo estaba al borde de la muerte, la determinación de Cornelius seguía siendo tan fuerte e inflexible como el acero. A pesar de su avanzada edad, mantuvo la cordura y nunca reveló el secreto de su investigación. ¿Cómo lo consiguió? Había descubierto una forma de resistir la magia oscura, e incluso de disiparla. Sin saberlo, los magos oscuros le habían dado a Cornelius la llave de lo arcano. Así, la tortura se convirtió en un entrenamiento para el científico, que acabó desentrañando el misterio de sus oscuras artes y empezó a desarrollar una inmunidad contra ellas. Cornelius esperó pacientemente, perfeccionando sus habilidades.

Fue un espectáculo digno de contemplar cuando por fin Witt, con impecable dignidad y confianza, bajó tranquilamente de la plataforma donde estaba retenido, haciendo añicos sus grilletes como si fueran de frágil cristal. Los hechiceros a su alrededor empezaron a gesticular salvajemente, recitando desesperados sus hechizos más poderosos, pero todo fue en vano. La nueva fuerza de Cornelius los había vuelto tan peligrosos como cachorros ladrando a un elefante. Ni siquiera el poderoso Kragg duró un minuto, abatido por una enorme roca lanzada por Cornelius con un solo pensamiento. Los siervos de la Oscuridad sólo pudieron contemplar impotentes cómo su antiguo cautivo, el famoso científico Cornelius Witt, caminaba libremente hacia el sol naciente, protegido por un escudo de energía.

Con una pequeña sonrisa en los labios, el viejo erudito abre la ventana y regresa a su escritorio, dejando que el melodioso trino del bisbita primaveral resuene en la sala de lectura de la Biblioteca de Strongford. Moja su pluma en el tintero y continúa su trabajo, inscribiendo su sabiduría en un enorme tomo. Hasta el día de hoy, sus descubrimientos en el campo de la magia antioscura ayudan a Dominion en la lucha contra el mal... Pero el trabajo de Cornelius dista mucho de estar completo.