Sebastian miró a su alrededor, en la taberna vacía. Desde allí arriba, en el escenario, se podía ver todo de un solo vistazo. El lugar estaba desierto, la única alma a la vista era una doncella que ordenaba tranquilamente las jarras en el mostrador...
El aula donde Sebastian había aprendido a tocar el laúd hacía muchos años estaba igual de vacía. Día tras día, se encerraba en la habitación con el viejo laúd desvencijado de la escuela, practicando melodías sencillas de un libro de música hecho jirones. Una y otra vez, el metrónomo marcaba el ritmo: uno, dos, tres, cuatro, dos, dos, tres, cuatro... Soñando con actuar en el festival de talentos de la escuela, el chico practicaba intensamente. Su alegría no tuvo límites cuando los organizadores del festival decidieron hacer una excepción con él, permitiendo participar a un candidato tan joven, pero tan diligente. Y su decepción fue también desmedida cuando, en mitad de su actuación, una de las cuerdas se rompió como para traicionarlo. Los alumnos mayores se rieron cruelmente y se burlaron de él durante mucho tiempo. ¿Dónde están ahora?
Con gestos bien practicados, el músico afinó su instrumento, pasando los dedos por las cuerdas desde el diapasón hasta el puente. Sus años de experiencia le decían que el laúd estaba en perfecto estado.
En ese momento, un hombre de aspecto cansado entró en la taberna, saludó a la doncella y se desplomó pesadamente sobre un banco. Tenía la cara llena de arrugas y los ojos llenos de tristeza.
Sebastian recordaba la mirada cansada y culpable de su padre cuando le explicó a su hijo que no podría seguir pagándole los estudios en la escuela de música. Y entonces recordó su propia risa alegre cuando le contestó que, al haberse convertido en el mejor alumno del curso, le habían concedido una cuantiosa beca que cubriría las tasas hasta su graduación.
El músico empezó a pulsar las cuerdas, un acorde, otro... y los ojos del hombre cansado se iluminaron, su rostro pesado se ensanchó en una sonrisa. Mientras tanto, una mujer de aspecto impecablemente pulcro y porte claramente militar entró en la taberna. “¡Se parece mucho a Keira! Excepto por la extraña forma en que se mueve, tan fluida...”, pensó Sebastian, sin dejar de tocar.
Acababa de graduarse en la escuela de música cuando empezó la primera guerra contra la Oscuridad. Su padre, que de algún modo consiguió reunir el dinero suficiente, compró un viejo laúd y se lo regaló a Sebastian. “¡Buena suerte, hijo!”, dijo despidiéndose con la mano y conteniendo las lágrimas. Los jóvenes soldados fueron asignados al destacamento de la capitana Keira. Al principio, esta bella capitana era a menudo objeto de bromas lascivas a sus espaldas. Pero su temperamento frío, su mente aguda y sus increíbles habilidades de combate pronto se ganaron el respeto y la admiración de todos. Y su disciplina, por supuesto: era dura como una roca, y tenía una determinación de hierro. Sólo en contadas ocasiones se vio a Keira dejar caer una lágrima de sus ojos, cuando, sentada junto al fuego, se dejó llevar por las encantadoras melodías del laúd de Sebastian.
Bajo el mando de Keira, el joven músico se transformó en un luchador serio. Sebastian aún recordaba el día en que les dijeron que Keira había sido trasladada a Wilheim, donde dirigiría la guardia de Lady Octaviana. ¡Oh, qué alboroto había habido entre sus tropas, que ahora le eran tan leales! Menos de un año después, los soldados recibieron la triste noticia de la muerte de su querida capitana, y todos lloraron amargamente.
La severa mujer de la mesa se relajó un poco y asintió al laudista. En ese momento, un grupo de muchachos rubicundos irrumpió en la taberna, llenos de agitación y buen humor. Apartaron las mesas, alzaron las jarras y la melodía de Sebastian llenó todo el lugar, fluyendo como un río turbulento, elevándose como el sol a través de la niebla matinal...
Aquella mañana, la niebla era tan espesa que no se veía ni la palma de la mano. El destacamento marchaba hacia las Montañas occidentales, y se vio obligado a detenerse para descansar cerca de Wretched Goosefoot. Era un lugar sombrío, pero no había ni un solo mago entre ellos capaz de disipar la oscuridad e iluminar el camino a seguir. Así que los soldados se dedicaron a sus tareas, unos encendiendo fuego, otros limpiando armas o secando sus ropas. De repente, ocurrió algo extraño: la niebla se disipó ligeramente y los soldados pudieron por fin ver a través de la bruma, pero sólo para descubrir que la mitad del destacamento había desaparecido misteriosamente. Entonces, inexplicablemente, los que quedaban empezaron a lanzarse unos contra otros como bestias descerebradas y frenéticas, mutilándose y matándose. Una misteriosa y encantadora melodía sonaba desde algún lugar cercano, cautivándolos y arrastrándolos a un torbellino de locura. Sebastian también la oía, pero de otra manera: el músico la analizó, la descompuso en notas y acordes... Finalmente, fue capaz de resistirse a su hipnotizador encanto.
Por todas partes se oían los gritos aterradores y desgarradores de los moribundos. Más y más soldados entraron en la niebla, masacrándose unos a otros... Incapaces de deshacerse de su fiebre delirante, acribillaban a sus camaradas como si fueran enemigos. La música se iba abriendo paso poco a poco en su mente, y Sebastian se dio cuenta de que pronto él también sucumbiría a su delirio. Agarró su espada y se sumergió en la niebla. A su espalda, como siempre, colgaba su fiel laúd. Era imposible distinguir al enemigo o al aliado. Un velo blanco lo cubría todo, y lo único que se oía era la melodía fantasmal y los gritos de los moribundos. El músico se dio cuenta de que su espada era inútil. Aquí, pensó, nada servía de nada.
Sebastian dejó de tocar por un momento. El ruido y el parloteo entre el público de la taberna se calmaron, y todos se volvieron y miraron hacia el escenario, donde el músico estaba sentado en silencio.
Recordó cómo, en un súbito destello de perspicacia, había arrojado su arma y echado mano de su amado instrumento. Cerró los ojos y empezó a tocar, y tocar, y tocar... Su mente se ahogaba en el alboroto de sonidos, que atormentaba su alma, pero sus manos seguían tocando. Las dos melodías se batieron en duelo. Una enorme sombra atravesó la niebla, acompañada de un horrible aullido, y algo monstruoso se desplomó de nuevo en el pantano con un fuerte chirrido. ¡Bogger! ¡Era él quien les había atacado! La brujería del monstruo no era rival para la maravillosa música de Sebastian. Uno a uno, los soldados, sacados de su locura por su música, se reunieron a su alrededor y rechazaron la oscuridad con fuego y espada.
El morador del pantano fue derrotado. Cada combatiente, que aún apenas creía en su salvación, fue a dar las gracias personalmente a Sebastian. A este pueblo tosco, experto sólo en la batalla y el libertinaje, se le había revelado una nueva arma de victoria: el gran poder del arte. La noticia de la hazaña se extendió rápidamente por todo Dominion.
El laúd lloraba y cantaba en manos del maestro. La abarrotada taberna se estremeció cuando el público se levantó de sus asientos, rugiendo con gritos y aplausos. Nada llega al alma como el misterioso poder de la música de manos de un virtuoso insuperable. Pero no, ¡eso no tiene nada de mágico! No es más que una persona corriente y sus muchos años de práctica dedicada. Detrás de la máscara de dandi y favorito de la gente se escondía la robustez de un soldado que había visto las atrocidades y soportado las penurias de la guerra. A veces, la gente corriente es la más extraordinaria de todas.
P.S: Por cierto, la mujer con porte militar resultó ser Keira. Al enterarse del destino de su antiguo subordinado, acudió voluntariamente a hacer una visita personal a Sebastian, compartir su historia e invitar al héroe a unirse a los Guardianes.
Héroe
Sebastian
Apoyo
Lucha en la zona intermedia
Agilidad
Los dedos rasgan las cuerdas. ¡Primero una nota, luego otra! El sonido hace que te tambalees, como la mirada de una preciosa joven o el hacha de un enemigo. El ritmo es el chasquido resonante de los talones o del perdigón perdido. La melodía es más embriagadora que los vinos de la realeza, que la sangre perdida de un soldado por salvar el mundo. Sebastian sabe de primera mano el poder que tiene el arte. ¡La música es su arma!
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Estadísticas máximas
Poder190 331
Salud607 737
Fuerza3 169
Penetración de armadura10 180
Armadura32 885
Probabilidad de crítico12 280
Daño físico90 286
Agilidad17 308
Daño mágico11 688
Resistencia mágica30 520
Inteligencia2 888
Puntos fuertes y puntos débiles
Puntos fuertes:
Eficaz contra la mayoría de héroes que dependen de los debuffs (ej. Lian, Satori, Jorgen). Puede usarse en equipos mágicos para contrarrestar debuffs.
Aumenta la probabilidad de golpe crítico de los aliados y hace buena sinergia con los héroes que hacen lo mismo (ej. la habilidad de Jet, los artefactos de Julius y Jhu).
Añade daño puro a los golpes críticos de los aliados.
Puntos débiles:
Depende de los golpes críticos. Débil contra héroes que pueden contrarrestarlos eficazmente (ej. Helios, Amira).
Débil contra héroes de daño elevado y héroes que apuntan a la retaguardia (Tajador, Jhu, Kayla, Jorgen, Luther).
Polaris puede reducir la probabilidad de eliminar debuffs con su primera habilidad.
Asistencia
Sebastian
Habilidades
Oda a la serenidad
Elimina todas las desventajas de los aliados e invoca un escudo que protege contra las desventajas 15 veces.
La probabilidad de proteger contra una desventaja es menor si el nivel del objetivo es superior a 130.
Canción de batalla
Aumenta la probabilidad de golpe crítico de todos los aliados con esa estadística durante 5 segundos.
Probabilidad de crítico adicional: 131 % (Depende del daño físico)
Solo impactante
Los golpes críticos de aliados infligen daño puro adicional mientras estén bajo el efecto de Canción de batalla.
Daño puro extra: 134 % (Depende del daño físico) del daño crítico infligido.
Solo impactante
Ídolo de masas
Sebastian entra en combate con 79.72 % (Depende del daño físico) de energía
Energía inicial: 79.72 % (Depende del daño físico)
Ídolo de masas
Sebastian
Aspectos
Agilidad:
+1 365
Daño físico:
+7 095
Armadura:
+10 650
Resistencia mágica:
+10 650
Salud:
+106 645
Sebastian
Artefactos
Laúd antiguo
Probabilidad de activación: 100% Probabilidad de impacto crítico: +13941
Código del guerrero
Probabilidad de impacto crítico: +4647 Daño físico: +5577
Anillo de agilidad
Agilidad: +6249
Necesito un héroe
¡Conviértete en una leyenda!